Momentos de relato (I): Carver

martes, 30 de enero de 2024


Leer relatos es una opción a la que recurro bastante, a veces porque sí, pero también cuando me apetece leer algo bien escrito (suelo seguir recomendaciones que no fallan) pero no me siento con la capacidad de concentración necesaria para hacer frente a un libro entero.


No obstante, no siempre ha sido así; fue una aproximación gradual, sobre todo porque al principio, aunque estuviera disfrutando de un relato (quizás más cuanto más me gustaba) cuando lo terminaba me sabía a poco, me quedaba con ganas de más. Pronto me di cuenta de que esa sensación es la que define el buen relato: la imaginación del lector tiene que trabajar para completarlo. Hemingway decía que el buen relato debe reflejar solo una pequeña parte de la historia, dejando el resto a la interpretación del lector.


Desde hace tiempo, Niundiasinlibro viene recomendando (con insistencia) leer a Carver (aquí su última publicación de instagram; como siempre aconsejo reservar un ratito para disfrutar de las publicaciones de Juanjo); así llegué a Catedral. 




Un tren, una clínica de desintoxicación, un cuarto, una casa; matrimonios aparentemente normales, aburridos, alcohólicos, divorciados, familias... personajes cotidianos, problemas ordinarios y una tensión palpable y sostenida a lo largo de cada relato.


Se lee con el corazón encogido, sin saber muy bien por qué. No hay miedo, no hay finales que expliquen esta sensación, pero ahí está. Una enfermedad, un divorcio o quedarse sin empleo, situaciones con las que convivimos a diario, se convierten (Carver mediante), en angustia, en un malestar que te acompaña desde la primera línea hasta la última. 


Y llega el final del relato y quieres más, claro que sí, imaginas mucho más, porque no es una historia con un final; es la historia de alguien que conoces, que incluso podrías ser tú, y por tanto sabes que continúa y la sensación de incomodidad se hace más patente. Y lo disfrutas. 


Destaco entre todos ellos “Parece una tontería”. No voy a desvelar el argumento; creo que este libro debe leerse sin saber qué esperar. Sólo decir que ese día, tras terminarlo, tuve que dejar de leer. La idea de un destino determinado por una combinación de suerte (mala suerte) y absurdo me resultó insoportable, por real. Después de terminar el libro, volví a leerlo, ya algo más anestesiada por el conjunto de vidas desgraciadas que había conocido a través de sus páginas y me pareció una forma magistral de contarlo. 


Termino con una convicción: hay que leer a aquellos autores que nos provocan, que nos mueven a pensar más allá de nuestras rutinas. Sin duda, hay que leer a Carver. 




No hay comentarios:

Publicar un comentario