Compartiendo mis momentos

jueves, 30 de abril de 2015

Una nueva etapa, el segundo, tercer o cuarto acto; el comienzo del fin, o un nuevo comienzo. Ver la botella medio vacía o medio llena; tantas posibilidades o tan pocas... Sentimientos contradictorios que, en la línea de este blog, mi blog, nuestro blog, quiero compartir con vosotros en un día señalado; el día en que cumplo cuarenta años.

Si miro atrás hay risa, hay felicidad; una infancia realmente afortunada, con unos padres y una hermana que a día de hoy siguen siendo mis pilares. Una gran familia que siempre me ha arropado; mis abuelos, y esa sensación de protección que tengo cuando pienso en ellos; mis tíos, siempre pendientes, aún sin ser yo consciente; mis primos, muchos, y todos necesarios; hoy creo poder decir que estamos más cerca que nunca. 

Si miro atrás hay juegos, hay amigas (colegio de chicas, ya sabéis); hay cambios, siempre cambios. Hay tristeza en lo que dejé, pero también, con el tiempo, la perspectiva de ver que lo que soy ahora es fruto de todo aquello, de lo bueno y de lo malo; cada vez que sufro, pienso en aquella época, y sé que una vez que se supera, eres mucho, mucho más fuerte. Y todo porque no me rindo, nunca lo he hecho; siempre intento con todas mis fuerzas las cosas y las personas, (sí, también las personas se intentan); por eso nunca he considerado que he fracasado. Me he equivocado, y mucho, he cometido errores y causado daño sin quererlo, pero nunca he dejado de luchar por lo que verdaderamente quería.

Hay una excepción: sí dejé a un lado el escribir, que me apasiona desde que era niña, y mirad. A mis cuarenta, lo he conseguido; escribo, me leéis, e incluso a veces ¡me hacéis caso! Hablando en serio, no sabéis lo gratificante que es que alguien me diga que ha disfrutado de un libro que ha leído porque yo he recomendado (Nacho, Mar), o que está deseando ver tal o cual película, o que ha comprado Black Stories (verdad, Candela y Pedro), o sencillamente que ha recordado sus momentos con los míos, se emociona conmigo y llora conmigo (a que sí, Miri, Gema, Marta). Y quien puntualmente me lee, me manda mensajes y me anima (Elena, PT). Y aquellos que por pura casualidad han iniciado una aventura similar que seguramente, y dado todo lo que nos apasiona y lo que disfrutamos juntos, terminará por unirse (esto no digo quién). Los fijos, que me seguís y compartís cada día que escribo; David, Maria Antonia, Emi, Laura, Sacri, Oscar, Dulce, Pedro, Mercedes, Carlos, Pilar, María... Antonio, de vez en cuando y a regañadientes..., mis tíos, Javier (aunque está suspenso en el examen) Edu... Seguro que alguno se me olvida, y hay muchos de vosotros que me leéis y yo no lo sé aún, o incluso que no conozco; quiero que sepáis que agradezco cada comentario, cada broma, cada guiño... Todos, sin excepción, haceis  mis días bonitos.

¿Y sabéis qué? Con eso me quedo. Con los amigos de la infancia que conservo, con los recuerdos de mis ciudades, con los que ahora han llegado a ser, como decíamos en la entrada del martes, familia. Me ha costado mucho tiempo verlo; ahora sé que el cambiar ha enriquecido mi vida. Con vosotros, que me habéis ayudado a cumplir un sueño (alguno incluso soportando gruñidos cada vez que estaba escribiendo, ¿te recuerda a algo David?) Y por supuesto, con mis hijos. Motor y alegría de mi vida, tanto su padre como yo estamos tremendamente orgullosos de ellos; algo habremos hecho bien. 

Así que a mis cuarenta, y a pesar de que el último año no ha sido el mejor, creo que estoy aprendiendo. Que poco a poco voy madurando y que aunque nunca lo hubiera pensado de mi, soy fuerte. Y ¿qué tengo que hacer? Lo que venía haciendo. Seguir luchando, seguir esforzándome y que nunca me quede la sensación de que tiré la toalla.

Y esa, precisamente esa, es mi recomendación para hoy. Me decían ayer (en cierto grupo de Watsapp) que si iba a decir mi edad. Y por qué no. Yo estoy orgullosa de cumplir cuarenta y de lo que he conseguido en la vida; los sueños se convierten en realidad en una forma insospechada, pero siguen siendo los nuestros. No es lo importante los años que se tengan sino lo que uno ha hecho con ellos. Y sobre todo, mirad hacia atrás solo para recordar lo bueno y para aprender de vuestros errores; si no estaréis perdiendo el tiempo. Aprended, aprended y aprended, y actuad en consecuencia; atreveos a vivir, a luchar por vuestros sueños, a hacer aquello que os haga disfrutar, que os haga afrontar el resto de vuestra vida como si de verdad, por encima de todo, eligiérais vivirla.

Se me olvidaba. Hoy, de regalo, una canción que ya hemos oído aquí; que aleja las nubes aunque solo sea un instante y que forma parte ya, muy especialmente, de nuestra banda sonora, la de en ese momento del día.

Un momento para una persona

martes, 28 de abril de 2015

En la vida, hay personas que escogemos y otras que nos vienen, por decirlo de algún modo, impuestas. En el caso de las primeras, la experiencia y el paso del tiempo nos van enseñando. A base de fracasos, de decepciones, vamos aprendiendo y valorando a aquellas que se quedan a nuestro lado. Llega un momento que miramos a nuestro alrededor y nos sentimos reconfortados con su sola presencia; en ese momento, esas personas son familia. 

En cuanto a las impuestas, nacemos ya con ellas asignadas (padres, abuelos, tíos...) o se van incorporando a nuestro camino: son nuestra familia "original". Con ellos la relación, por obligada, muchas veces no es valorada; a menudo nos alejamos y no aprovechamos la fuente de fortaleza que supone en sentirse parte de un todo. En mi caso, mi familia es enorme y muy unida; he tenido mucha suerte. 

A estas alturas os estaréis preguntando de qué va exactamente esta entrada. Pues esta entrada es un reconocimiento, un homenaje y un inmenso, enorme abrazo para una persona que, aunque "impuesta", elegiría una y otra vez si tuviera que comenzar mi vida de nuevo. Ya os he hablado de ella en alguna ocasión; hemos compartido toda la vida, hasta que cada una de nosotras formó su propia familia; y aun desde entonces seguimos compartiéndola.

Sí, es mi hermana. La que siempre estaba en el otro sofá, en mis recuerdos y en mis momentos; la que estaba a mi lado en las malas rachas, y sobre todo, por encima de todo, la que proporciona alegría por donde va. Esa es su característica principal: siempre una sonrisa en los labios. Siempre una palabra amable o un gesto de simpatía; no lo digo solo yo, es tremendamente querida por donde va, porque se entrega por completo y confía en la gente. En alguna ocasión eso le ha supuesto un mal trago; aún así, sigue enfrentándose a todo del mismo modo, dando lo mejor de sí misma en cada momento y a cada persona.

Si tuviera que pensar en una persona que encarnara perfectamente la filosofía de este blog, sería ella. Aprovecha cada instante, se esfuerza al máximo en todo lo que hace y aunque su dedicación a su trabajo es encomiable, encuentra sus momentos, disfrutando de todos y regalando generosamente su tiempo libre. Es ese otro rasgo, la generosidad, que la define; desinteresadamente siempre, ¿cómo no quererla?

Y aunque todo lo anterior ya os da una idea de la gran persona que es, en estos días nos ha demostrado una fuerza sin parangón. La estábamos esperando veinticuatro horas después de una operación nada sencilla, en las que había permanecido en la uci y por lo que habíamos podido saber, con un dolor tremendo y constante. Yo la esperaba en el pasillo, y ella, tumbada en la camilla, al verme sonrió. Y así entró en la habitación, y así recibió a cada uno de los que fueron a visitarla. Sonriendo, alegre, siempre viendo el lado positivo; incluso en las circunstancias más desfavorables.

Hoy también tengo una recomendación, no sólo para vosotros sino también para mí misma: aprended de ella; de las personas como ella que tenemos en nuestra vida, y que muchas veces no valoramos como merecen. Decimos mucho más fácilmente las cosas que nos disgustan; con lo  sencillo que es decir lo bueno de las personas que los rodean y la felicidad que da el sentirse reconocido y querido, ¿verdad? 

Y sobre todo, por encima de todo, si tenéis la suerte de tener a alguna persona "impuesta" o "elegida" que os haga sentir la vida en plenitud, valoradla. No dejéis que se aleje; llenará vuestra vida de color, y la vida no está hecha para verla en blanco y negro. 

Termino diciendo lo que ya apuntaba al principio: la elegiría una y mil veces. Como todos los que tenemos la suerte de tenerla. 

Adivina qué leemos hoy

jueves, 23 de abril de 2015

Naturalmente hoy, día del Libro, os traigo un momento para leer. No podía ser de otra forma, y sin embargo me ha costado mucho elegir hoy. No por falta de opciones, sino porque me dio por pensar qué libro había sido capaz de sorprenderme más de todos los que he leído (porque a la pregunta de cuál es mi libro favorito he sido siempre incapaz de responder). Después de pensar en unos y otros, de repente me vino a la cabeza una imagen: yo, con unos 15 años, cerrando un libro no demasiado grueso, y quedándome con una sensación de vacío como pocas veces he sentido. Pensando “Y ahora, ¿qué?”. Así que ese es el libro que os traigo hoy. No mi favorito, no el que más me ha gustado, sino el que, tras acabarlo, me hizo pensar “Y ahora, ¿qué?”. 

Un libro que ni siquiera escogí: era una lectura para la clase de literatura. Y que tengo que decir que probablemente no hubiera llamado mi atención por aquel entonces; aunque su autor es sin duda uno de mis preferidos y con el tiempo no sólo me ha ganado con sus libros, sino que también ha influido en mi elección de otros; todo lo que me recuerde aunque sea vagamente a su forma de escribir, me atrapa. Por su utilización magistral del lenguaje, por sus descripciones y sobre todo, por esa aparente sencillez que se proyecta en las palabras, en los personajes, en los paisajes y en definitiva, en su obra. De hecho, recientemente he llegado por casualidad a un autor del que hablaremos aquí próximamente, que ha sido un gran descubrimiento para mí y que me recuerda mucho a él: Justo García Soriano.

Pues bien, recuerdo que lo empecé sin ningún entusiasmo y también que me lo leí de un tirón. Sin darme cuenta, me vi inmersa en los dos mundos allí reflejados. Por un lado, el mundo urbanita, en la España de 1977 en período de campaña electoral. Mucho idealismo, muchas ganas de comerse el mundo y un exceso de confianza en sí mismos; los jóvenes de ciudad que, con la finalidad de ganar votos para su partido, deciden “descender” al mundo rural, salvar a sus habitantes de una vida de segunda. 

El pueblo al que llegan, un pueblo castellano prácticamente deshabitado. Y un hombre que, a sus ochenta y pico, en ningún momento nos hace pensar en un anciano. Un choque brutal, un enfrentamiento, que aunque amistoso y educado, no deja de ser eso: un enfrentamiento. Un juego de gato y ratón en el que al final, no se sabe quién es quién. 

Un hombre con una sabiduría más allá de los libros; la de toda una vida de trabajo duro pero hecho a conciencia, y una vida que no se entiende sin ese trabajo. Una comunión envidiable con la naturaleza, y sobre todo, un sentido común que los jóvenes (y especialmente uno de ellos, el que encabeza el grupo, que es “menos joven”) han perdido; hemos perdido. Frases que nos golpean por su evidencia; recuerdo que alguna de ellas me produjo un impacto que a continuación era descrito exactamente como yo lo había sentido por el personaje de Víctor; el que encabeza el grupo de los que vienen a hacer política al pueblo. 

La catarsis final del personaje de Víctor, que se da cuenta de que en realidad estaba equivocado, que la realidad es totalmente opuesta a lo que él tenía en mente cuando llegó. Que la vida de segunda es la suya, la nuestra. Que ni su llegada, ni su marcha van a influir en absoluto en el señor que ha conocido, al que ha venido a imponer su verdad como la única verdad posible, y que finalmente le ha mostrado que su verdad es inventada. Que ha olvidado, que todos ellos han olvidado, que la esencia es otra; que se han quedado con lo accesorio y han fabricado auténticos ídolos de oro con ello. Que él no los necesita, sino que son ellos los que lo necesitan a él y a tantos como él. Y lo peor de todo: que ni siquiera lo saben.

Al cerrar el libro me sentí Víctor. Vi la esencia y también vi lo difícil que es que perdure este sentimiento de lo que es importante de verdad. Puede decirse que es un libro que ha influido decisivamente en mi vida, puesto que aunque en muchas ocasiones, más de las que me gustaría, pierda de vista el camino, está ahí, y sé cuál es. De eso tratamos aquí, ¿verdad?

Os estaréis preguntando si me he olvidado de incluir en la entrada en título del libro. Pues no, he pensado en hacer algo diferente hoy; además de no reseñar el argumento, como ya es habitual, hoy sólo he puesto el nombre de un personaje, a modo de “pista”. Aunque no lo hayáis leído, lo conoceréis seguro, o habréis visto la película basada en él, que por cierto es bastante fiel al libro. 

De modo que terminamos hoy con una pregunta: ¿de qué libro y de qué autor creéis que estoy hablando? La respuesta, aquí, el martes; el lunes, ya sabéis, en Imas Información. 


Un momento de película: La gata sobre el tejado de zinc

martes, 21 de abril de 2015

Acaba la película y me quedo sentada, mirando la pantalla. Aún permanece en mi retina la última imagen, y aunque como ya suponéis voy a desvelar poco, (por si algún despistado como yo aún no la ha visto), sí tengo que deciros que los dos actores que en ella aparecen han conseguido hacerme estremecer. 

Una novela de Tennessee Williams, primero teatralizada y luego llevada a la gran pantalla. Y de qué forma. Una lucha de personajes fuertes, llenos de contradicciones, encarnados por grandísimos actores. Tanto es así que es imposible destacar a uno sobre los demás, de manera que empezaré por hablaros de los protagonistas. 

Paul Newman y Elizabeth Taylor. Una interpretación candidata en ambos casos al Óscar, que desde luego consigue introducirnos en la historia, anclarnos al sofá, y sentir. O no sentir. Porque Brick (Paul Newman) no siente; trata de pasar por la vida lo más rápido posible, con un vaso de whisky en la mano y un enorme secreto que acalla a base de alcohol (y que en la película se intuye muy sutilmente, a diferencia de lo que ocurre en la novela). Maggie, su esposa (Elizabeth Taylor), enamorada de su marido y de una forma de vida que le permitió escapar de la falta de dinero, que no de clase, de su infancia. Y una fingida indiferencia que se manifiesta en todo su esplendor en uno de los diálogos más conocidos: 

“¿Sabes cómo me siento? Como una gata sobre un tejado de cinc caliente” “Los gatos saltan de los tejados y no se hacen daño. Adelante. Salta” “¿Saltar adónde?” “Búscate un amante” “No merezco esto. No tengo ojos para ningún hombre. Incluso cuando los cierro te veo sólo a ti”

Elizabeth Taylor como una auténtica gata. Destilando sensualidad en cada poro, seduciendo a los personajes y al espectador. Provocando a todos excepto a aquel a quien intenta con más ahínco ganarse, suplicando, humillándose, sin importar nada más que él: Brick. Él, impasible, frío, sin conmoverse en absoluto hasta que el espectador llega a preguntarse si queda algo humano dentro de él. 

Big Daddy, el patriarca, Big Mama, la madre, auténtico sostén de la familia, y el hermano mayor, Gooper, con su odiosa esposa  Mae y sus cinco repelentes hijos, conforman el elenco de grandes personajes. Soberbia la interpretación de la cuñada antipática e interesada únicamente en la herencia del patriarca, revoloteando permanentemente alrededor de sus suegros y dejando entrever su odio hacia Maggie a la que sin duda envidia. 

Una trama que desvela intrigas, secretos y sobre todo, mentiras e hipocresía. Y que desemboca en un diálogo sublime, en un sótano lleno de pertenencias arrinconadas, entre Brick y Big Daddy, acerca del amor, la muerte, las cosas materiales. En definitiva, lo prescindible y lo esencial de la vida (¿os suena?).

He sentido la frialdad de Brick, compadecido a Maggie, comprendido cómo se entretejen entre los miembros de esta familia las relaciones a base de medias verdades y mentiras. Y finalmente, me he reconciliado con las debilidades de cada uno, he acabado viendo su fuerza y me he identificado con unos personajes que quizás, a pesar de todo, no nos quedan tan lejos. Alguno de ellos, me ha ganado a lo largo de la película. 

Mi recomendación: poned especial atención a las interpretaciones de los actores, tanto protagonistas como secundarios. Siempre es buen momento para esta película, porque siempre es buen momento para profundizar en la condición humana. Y para recordar que lo esencial es intemporal; que la vida se compone de multitud de pequeños momentos, como los que juntos estamos descubriendo aquí. 

Os dejo con una frase de Tennesse Williams para tener en cuenta: “La muerte es un momento, la vida muchos”. 




Momentos mano a mano

jueves, 16 de abril de 2015

Desde prácticamente el inicio de esta aventura vengo anunciando una entrada sobre Aute. El problema que tenía, que tengo, es ya no la dificultad de elegir canción, sino incluso fragmento, hasta que hoy, de pronto, di con la solución: hoy os traigo mi cd favorito. Dos grandes, dos poetas, dos formas de cantar y de contar y una constante: la emoción. Hoy, "Mano a mano" con Aute y Silvio Rodríguez.

Ya ni recuerdo cómo llegué a él; sí recuerdo que empecé a escuchar a Aute con quince años, por recomendación de nuestro profesor de literatura, Duyos. Recuerdo que su personal forma de enseñar consiguió abrir nuestra mente; apreciar la poesía, desarrollar un gusto personal en materia de libros; considerar otras opciones y en suma, amar la literatura. Oí por primera vez a Aute y me cautivó para siempre, su voz grave, su peculiar forma de describir el amor, tan completo; la belleza, plena, en sus letras. 

Y fue Aute el que me llevó a Silvio, en esa colaboración en la que se suceden las emociones, uno canta su canción pero también la del otro, poniendo el alma en cada verso. Y eso es lo que nos transmiten: su alma. Su visión. Su particular forma de ver el mundo. Y el amor, desbordándose, quemando cuando no es correspondido, describiendo de tal forma a la persona amada que por un momento la envidiamos, mostrando el vacío de su ausencia y la desesperación de su marcha. Y la vida. Su vida. Nuestra vida.

No puedo reproducir aquí cada una de las canciones, y además ya sabéis que no me gusta desvelaros "el argumento"; en cualquier caso, todas ellas en algún momento determinado me sirvieron de vía de escape, de paño de lágrimas o de muestra de esperanza; han llenado tantos momentos en mi vida... No todas mis canciones favoritas están aquí, pero podría decirse que es mi favorito porque cada una de ellas me conmueve y despierta algo en mi. Difícil de creer, ¿verdad? 

"Fue en ese cine te acuerdas
 en una mañana al Este del Edén
James Dean tiraba piedras
a una casa blanca entonces te besé"
La NOSTALGIA, así, con mayúsculas, encarnada en "Las cuatro y diez"; llegamos a sentir esa tristeza de quien tuvo y dejó escapar, o simplemente a quienes la vida separó, adivinándose el anhelo de recuperar, el arrepentimiento de quien quizá cambió el vivir por algo más seguro. Sin pensar que una vez que has vivido, nunca se puede olvidar.

El ANHELO, en Monólogo, esta vez Silvio es quien nos habla, en la voz de quien, ante la juventud perdida, rememora, recuerda, nos conmueve: 
"Vi luz en las ventanas 
 y oí voces cantando
y sin querer ya estaba soñando" 

La AUSENCIA, definición perfecta de Aute:
"Hay algunos que dicen
que todos los caminos conducen a Roma
Y es verdad porque el mío
me lleva cada noche al hueco que te nombra"

La PERFECCIÓN, en un verso de Silvio con la voz con la que Aute nos emociona: "Si me dijeran pide un deseo / preferiría un rabo de nube"

El DESAMOR, en una canción a la que se han dado otros significados, pero que para mi será siempre la expresión del dolor, la rabia y la impotencia del amor perdido:
"Ojalá que las hojas no te toquen el cuerpo cuando caigan
para que no las puedas convertir en cristal.
Ojalá que la lluvia deje de ser milagro que baja por tu cuerpo.
Ojalá que la luna pueda salir sin ti.
Ojalá que la tierra no te bese los pasos."

Un conjunto para muchos momentos. Probadlo, escuchadlo y escoged vuestros fragmentos; incluso aunque no os guste este tipo de música, abrid vuestra mente y al menos, quedaos con las definiciones, con las emociones encerradas en cada verso; con el espíritu de cada canción. Estoy segura de que os sorprenderá ver cuánto os llega, ya sea la historia, la imagen que se suscita en vuestro interior o el recuerdo que atisbáis escuchándola. En cualquier caso, algo, por dentro, se removerá. Y de eso tratamos aquí, ¿a que sí?

Os dejo con lo que para mí es EL AMOR:  
"Qué hago ahora contigo.
Ahora que eres la luna, los perros,
las noches, todos los amigos."

Un momento para lo esencial

martes, 14 de abril de 2015

Hoy, un libro que todos, absolutamente todos, deberíamos leer: el Principito. Siendo niños porque es una historia mágica, que deja volar la imaginación, que sorprende y que, sin casi saberlo, enseña. Y de nuevo como adultos porque es muy probable que hayamos olvidado lo que aprendimos en ese libro; al igual que en la historia, muchas veces los adultos, sencillamente, no vemos. 

Hace poco, con ocasión del cumpleaños de mi hijo, ha llegado a nuestras manos (¡mil gracias PT!) una edición de la editorial Salamandra con ilustraciones desplegables y absolutamente maravillosa de este libro. Teníamos la edición de bolsillo, pero ésta es una auténtica obra de arte, y mientras que la de bolsillo a mi fiera de seis años le había pasado desapercibida, esta, con sus sorpresas en cada página, consiguió tenerlo ensimismado, escuchando la historia y con ganas de más.

Lo más extraordinario de este libro es que para cada persona es diferente. De entre sus páginas cada uno sacaremos enseñanzas distintas, o resaltaremos aquella o esta frase; en mi caso, son tantas las que me hacen pensar, las que me llegan, me emocionan y he hecho mías... Creo que no puede haber nada más satisfactorio para un escritor que eso: dejar huella, tocar, por un instante, el corazón de quien te lee.

Ya desde la dedicatoria nos conmueve: "quiero dedicar este libro al niño que esta persona grande fue en otro tiempo. Todas las personas grandes han sido niños antes. (Pero pocas lo recuerdan)". Es cierto, demasiado a menudo no lo recordamos. Estamos inmersos en nuestras "cosas serias", aquellas que en el momento decisivo, al final de nuestras vidas, cuando tengamos una visión conjunta de cuanto nos ha acontecido y comprendamos muchos "por qué", no tendrán la más mínima presencia. El trabajo, las obligaciones diarias, son importantes, necesarios, dignifican y ayudan a desarrollar nuestra personalidad, no digo que no, pero no son lo esencial.  Yo lo veo tan claro... lo esencial son las personas, nuestras personas. Y lo que con ellas vivimos. 

"Si alguien ama a una flor de la que no existe más que un ejemplar entre los millones y millones de estrellas, es bastante para que sea feliz cuando mira a las estrellas." Una flor. Una persona. Distinta a todas las demás, y por ello, o pese a ello, amada. No existe otra igual, y la hemos elegido entre todas las personas del mundo. O nos unen lazos permanentes que no tenemos con ninguna otra. Hay algo tremendamente triste en estas afirmaciones: que ni siquiera pensemos en ello. 

"Me pregunto -dijo- si las estrellas están encendidas a fin de que cada uno pueda encontrar la suya algún día." Y ahora, pensemos: ¿cuánto tiempo hace que no miramos las estrellas? De hecho, ¿hemos vuelto a contemplarlas como cuando éramos niños? Imagino que vuestra respuesta se parecerá a la mía. Entonces, ¿a qué estamos esperando? ¿al momento en el que no podamos hacerlo más? 


Mi recomendación, hoy más que nunca. Vamos a hacerlo. Vamos a mirar las estrellas, vamos a recordar qué o quién es imprescindible en nuestra vida. Y vamos a decírselo, a demostrárselo: cuando tengamos la tentación de quedarnos quietos, de dejarnos llevar por la vorágine de nuestras vidas y olvidemos dar su lugar en ella a quien siempre está ahí, cogeremos este libro, lo abriremos al azar y leeremos una frase. O buscaremos nuestra favorita: yo la tengo anotada en todas partes, porque a menudo necesito verla. Y con ella os dejo; dedicad vuestro momento de hoy a cerrar los ojos y pensar en ella. Luego, leed el libro y elegid la vuestra. 

"He aquí mi secreto. Es muy simple: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos."





Momentos en serie: el maestro del suspense

jueves, 9 de abril de 2015

Antes de empezar, pinchad aquí y escuchad. ¿Os suena, verdad? Sí, es el mago del suspense por excelencia, Mr. Alfred Hitchcock y su “Alfred Hitchcock Presenta”. Esta serie se emitió en España en los años 80, y hace poco he tenido la oportunidad de verla en casa. La colección incluye tres temporadas, la última de las cuales no se llegó a emitir en España por lo que es en versión original. Cada temporada consta de seis dvd con siete episodios cada uno de media hora escasa de duración. Media hora que os aseguro, vais a estar en tensión.

Carátula de la primera temporada

De la época en que se emitió tenía algún vago recuerdo de un par de episodios, que seguramente vería a medias y que en mi mente asociaba al miedo; no cualquier miedo, sino ese que te deja un poso que dura y que te hace aborrecer determinadas situaciones. Tenía mucha curiosidad por ver cuánto de lo que recordaba era real y cuánto fruto de mi imaginación, así como cuán diferente es el modo de percibir el miedo como adulta.

Pues bien, aun siendo una auténtica fan de las películas de este director, no imaginaba en absoluto cuánto iba a disfrutar esta serie. Tanto que aunque pensaba terminar todos los capítulos antes de escribir sobre ella, no he podido esperar a compartirla aquí, con vosotros. Factura impecable, ironía y ese humor negro que caracteriza a Hitchcock: un cocktail al que hay que sumar la maestría con que maneja el suspense, la tensión que crece con cada escena, hasta resultar casi insoportable.

Y llegamos al culmen del capítulo. Un final que no es un final, que sugiere, no muestra, que esconde más de lo que revela, que en definitiva, nos manipula. De repente, nos encontramos con la realidad, su realidad: Hitchcock aparece casi como burlándose de nosotros, mostrándonos que aquello que nos ha mantenido en vilo surge de su imaginación, y que aún así, consigue plantar una semilla de inquietud y causar exactamente el efecto que pretende: atemorizarnos con miedos elegantes, sutiles, pero precisamente por ello, aterradores.

Mi recomendación: preparad el escenario, dejad el salón a oscuras y preparaos para sumergiros en el mundo Hitchcock. No podréis ver un capítulo solamente porque os quedaréis con ganas de más, así que reservaos una noche, preferiblemente en compañía porque cada capítulo os provocará reacciones que querréis compartir; disfrutad de esa sensación de tensión, con el crescendo que en cada episodio nos arroja, de una manera casi violenta, al final. Escoged vuestro capítulo, ese que os sorprende, os causa pavor, revive antiguos miedos o crea alguno nuevo. Ese que sabéis que no olvidaréis fácilmente.

Para terminar, os recuerdo que el lunes nos veremos en la sección En ese momento del día de Imás Información; no os la perdáis porque hacía tiempo que algo no me impactaba tanto como el objeto del artículo, y estoy segura de que al menos no os dejará indiferentes.

Os dejo con una frase del propio Hitchcock: “Dales placer, el mismo que consiguen cuando se despiertan de una pesadilla”.


Un lugar para un momento: el Carmen Carmen

martes, 7 de abril de 2015

Hoy vamos a conocer el que sin duda es uno de mis sitios favoritos en Ciudad Real: el Carmen Carmen. Decir que es un bar, o un restaurante, es decir bien poco; en realidad entrar en él me produce la sensación de sentirme inmediatamente arropada, trasladada a un entorno bonito, distinto, cálido y donde la amabilidad, la sonrisa y el buen comer marcan la diferencia.

Conozco al propietario, Carlos, y a su mujer, Carmen (de ella recibe el nombre el sitio); son personas con las que inmediatamente te sientes cómodo, siempre con una sonrisa y una palabra amable. Recuerdo que la primera vez que fui estaban los dos allí, y Carlos nos enseñó todo el lugar. Me sorprendió cómo en un sitio relativamente grande había logrado esa atmósfera de calidez, con reminiscencias a un pasado que evoca largas tardes de tertulia, con toques aquí y allá que emociona ir descubriendo cada vez que vas.

Mil rincones especiales que invitan a que cada uno escoja el suyo; simplemente el estar conversando en la barra de madera con una luz cálida ya es el marco perfecto de cualquier momento. Tiene también una planta inferior que es más la idea que podemos tener de un restaurante, con un ambiente tranquilo y que invita a largas sobremesas. 

La sorpresa, al fondo: un pequeño patio con muchísimo encanto, con un huerto vertical que le da color y con unas mesitas exquisitamente dispuestas; un armario para la ropa blanca guarda unas preciosas mantas para que cuando sea preciso los clientes puedan disponer de ellas.


Cuenta además con una amplia variedad de vinos, muy presentes incluso como elemento decorativo: tengo que reconocer que muchos de los que estoy conociendo últimamente los pruebo gracias a sus recomendaciones. Tapas muy logradas y elaboradas, una carta variada, con platos exquisitos; yo he probado entre otras cosas la ensalada de tomate en dos texturas, el pulpo a la brasa, los buñuelos de queso manchego... No obstante ya sabéis cuál es mi línea: no desvelar nada más, sino animaros a que os paséis y descubráis cuáles serán vuestros favoritos. No me resisto sin embargo a recomendar la tarta de queso fresco: nadie debería irse sin probarla.

Mi recomendación: escoged este sitio para un momento en compañía; llegad pronto y recorredlo en primer lugar. Fijaos bien en los detalles que en mi opinión es lo que marca la diferencia. Elegid vuestro rincón, acomodaos y si sois aficionados al vino dejaos guiar por las recomendaciones de Carlos y del resto de personal que es atento y agradabilísimo. Coged una de las cartas que están colgadas en la pared, echadle un vistazo, e id probando. 

Os dejo algunas fotos para una primera aproximación, pero os advierto que no logran captar el encanto del lugar y de las personas que allí trabajan. Porque han conseguido que no sea un sitio más, sino que han diseñado un lugar para hacerlo nuestro; yo ya he elegido mi rincón, al fondo, así que es posible que nos encontremos allí.


Nueva etapa, nuevos momentos

lunes, 6 de abril de 2015

Lunes, comienzo de semana y también de una nueva etapa en el blog. Vamos a iniciar una nueva aventura juntos que complementará ésta que ya conocéis. Nuevos momentos desde un lugar distinto: el diario digital Imás Información. Desde un rinconcito propio que han tenido la amabilidad de ofrecerme, y que como no podía ser de otra forma, se llama En ese momento del día, cada lunes, tal y como venimos haciendo aquí desde hace ya algo más de dos meses, compartiremos momentos. Descubriendo, como siempre, nuevas formas de llenarlos, o abordando lo que ya nos es conocido y querido desde otra perspectiva.

Seguiremos emocionándonos, conociendo o dejando que lo conocido nos sorprenda; desde estas líneas y desde aquellas os ofreceré pequeños retazos de lo que llena mi vida. El abanico se va ampliando, lo váis ampliando; no sólo continuamente me llegan sugerencias vuestras sino que como ya os he comentado aquí, desde que os hablo desde aquí he aprendido a mirar lo que me rodea con otros ojos, a interesarme por las cosas de una manera mucho más profunda. Aunque lo fundamental seguirán siendo las recomendaciones y sugerencias para "ese momento del día", también van a tener cabida aquellas iniciativas, experiencias, lugares o en general, cualquier cosa que de alguna forma haya conseguido conmoverme, que me haya hecho reflexionar; en suma, aquello que de algún modo y gracias a vuestra respuesta ante esta aventura mía, necesite compartir aquí.

Y precisamente esa respuesta ha sido lo que me ha llevado a escribir esta entrada. Por un lado, aquellos que me conocéis personalmente me hacéis llegar vuestra inquietud cuando algún día no escribo; nunca me faltan ganas ni temas, pero hay días en que sencillamente, me falta tiempo. Uno de los comentarios que más me gustó fue el de quien me dijo que al final del día pensaba "a ver qué ha escrito hoy". Dado que no puedo escribir a diario, sí voy a tratar de publicar de forma regular: los lunes, en Imás Información, y los martes y jueves, aquí, en el blog. En cualquier caso, espero que sepáis disculparme si en algún momento y por necesidades del guión (el de mi vida) no respeto el calendario previsto. 

Y por último, ahora que iniciamos esta nueva etapa, agradeceros el haber estado conmigo, a los que estáis aquí desde el primer día y a los que os habéis ido uniendo por el camino. Algo que me ha llamado poderosamente la atención es cómo sigue creciendo el número de visitas en las entradas antiguas, lo que significa que muchos de vosotros entráis porque una entrada os ha llamado la atención en Facebook o Twitter pero luego os quedáis, algo que me hace inmensamente feliz. También resulta curioso y tremendamente satisfactorio la procedencia de las visitas: no sólo desde España, sino también desde países como Estados Unidos, Inglaterra, Bélgica, Alemania, Polonia, Argelia, Colombia, Perú, Argentina, Francia, Dinamarca, Reino Unido, México, Rusia, Japón... Gracias ya no por seguirme, sino por hacer del momento en el que leéis este blog, uno de "vuestros momentos del día".

No podía faltar tampoco en esta entrada mi recomendación: acompañadme en esta nueva etapa. Por supuesto, podéis seguir opinando, ya sea comentando las entradas (comentarios que, dicho sea de paso, han sido y son un complemento indispensable para muchos de los post) o bien contactando conmigo a través de mi cuenta de Twitter @elmomentoprfect, mi email anabelvalgar@gmail.com, a través de Facebook o bien en la nueva sección de Imás Información, desde la que podéis comentar, compartir el artículo en vuestras redes sociales; se trata en todo caso, de participar conmigo en esta aventura.

Os dejo con el enlace del primer artículo en Imás Información; creo que os gustará porque trata de algo muy especial para mí. Espero que sigamos haciendo de estos momentos que compartimos un refugio, un lugar donde sentarnos, mirarnos a los ojos, emocionarnos y sobre todo, recordar siempre y en todo momento, que las pequeñas cosas son las que al final, construyen nuestros recuerdos: nuestra vida.