Un momento para el reencuentro: Gellida

martes, 12 de enero de 2016

Al fin de vuelta. Tras una pausa, necesaria y autoimpuesta, vuelvo a escribir, a compartir momentos y experiencias. Las sensaciones son contradictorias: escribo porque ya no puedo dejar de hacerlo, porque lo que vivo lo imagino en palabras; al mismo tiempo, lo que siento pugna por aparecer aquí también, y en cierto modo impregna cada entrada. No logro decidir si eso es bueno o malo. 

Y qué mejor forma de comenzar esta etapa que traeros a la persona que ocupó la primera entrada del blog (y alguna más). Gellida, esta vez en un formato diferente: la música.  O quizás no tan diferente: en realidad la trilogía "Versos, canciones y trocitos de carne" (el primero de los libros, Memento Mori, podéis recordarlo aquí), es novela, sí, pero también es música, y poesía. Y miedo, angustia, oscuridad y sombras. Y lucha con demonios, los de fuera y los de dentro, y al final, el final... En realidad era casi casi una obligación de Gellida el ofrecernos la banda sonora de sus libros. 


Y así, en un recorrido por la mente de los personajes, los escenarios y la ambientación de las novelas, nos encontramos con una colección de momentos: si habéis leído los libros, os transportarán de inmediato a aquellos pasajes que os impactaron. La sensación es fuerte, directa, imágenes y pensamientos se mezclan con música y versos. Un abanico de posibilidades, un viaje a la parte oscura que habita en nosotros; en todos, sin excepción. La diferencia está en los muros que construimos, los límites en los cuales encorsetamos y encerramos al monstruo; nos salva la capacidad de empatía, la compasión y esa luz que es la otra cara de la oscuridad. 

Iván Ferreiro, interpretando a la perfección el "estilo Gellida", compone las tres canciones que llevan el título de los libros: Dies Irae fue la primera canción que escuché. Interpretada por Bunbury y Santi Balmes, ¿se puede pedir más? Lo cierto es que imaginé de inmediato a Augusto Ledesma escuchándola, repitiendo la letra en su mente. Si tuviera que elegir una sola canción, me quedaría con esta: a todo volumen, una y otra vez, dando por un momento rienda suelta a esa parte que normalmente mantenemos en silencio. 

Estadio Azteca, Calamaro en estado puro, Héroes del Silencio en la Sirena Varada, Vetusta Morla. Nacho Vegas rotundo, inmenso, en un Bravo lleno de rencor. Vivo de nuevo las emociones del libro: una oscuridad que me envuelve, que despierta sensaciones que duermen. Repulsión y atracción a partes iguales; en un cúmulo de experiencias que crecen, se expanden, y rompen en "O Fortuna". Este es uno de los recorridos; hay muchos más, según el momento, según la necesidad de oscuridad o de luz.

No he hablado de los versos.  No he querido escucharlos; quiero olvidar lo que he leído, y entonces volver a leer, esta vez con la voz de Gellida. Quiero confirmar lo que sospeché cuando leí los libros: que hay más del autor en Augusto Ledesma de lo que él mismo ha pretendido. Me gustan los personajes en los que al autor se le escapa algo de sí mismo, más allá de lo que conscientemente deja entrever; al final, es la ficción la que se hace con el control. De nuevo imagino ese instante con música, en una lectura totalmente retorcida para mis propósitos del "Y al final" de Bunbury. 

Ya adivináis mi recomendación de hoy, que casi casi es una imposición: tenéis que escuchar "Versos, canciones y trocitos de carne". Encontrad vuestro recorrido para rememorar la trilogía, elegid una y otra vez. Recorred vuestra parte oscura, dejadla salir: luz y oscuridad son dos caras de la misma moneda, y tienen su razón de ser la una en la otra. Somos ambas cosas; la vida lo es. 

 


2 comentarios:

  1. Regresaste! Espero que para no volver a marcharte. Parece que no queda más remedio que adelantar a Gellida en mi vasta lista de pendientes. Asignatura pendientísima..

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  2. Por fin! Resurges como el ave fénix, despiertas con fuerza!

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