Un momento para el teatro: El burlador de Sevilla

jueves, 15 de octubre de 2015

Hoy, nos vamos al Teatro. La obra, un clásico: El burlador de Sevilla. En el programa se hablaba de erotismo, de una visión particular del director, de una adaptación al siglo XXI y de dos horas sin intermedio. La mujer que tenía sentada a mi lado expresó en voz alta lo que todos pensábamos "como no sea entretenida, se va a hacer larguísimo ese tiempo".


En cualquier caso, los asientos del Teatro Español son cómodos, el marco es bello, como debe ser un teatro, y como ya habían comenzado a aparecer los actores sobre el escenario, pronto nos distrajo la parafernalia que rodea al comienzo de una obra; quién es aquel, yo lo he visto en tal película, qué forma tan rara de ensayar...

Y así, se apagaron las luces y dio comienzo la representación. No recuerdo haber pensado nada más que no fuera la obra. Desde la primera escena me vi envuelta en una sucesión de sensaciones, intensas e inesperadas. El erotismo, muy patente a lo largo de la obra, inunda el escenario y llega a la sala. Un juego permanente con el espectador, un guiño constante a aquellos que, mudos de asombro contemplamos el espectáculo, sintiéndonos parte del mismo. 

Me sorprendió especialmente el uso de la cámara sobre la escena; una forma de decir "tú, que estás mirando, acompáñanos, no te pierdas nada, observa". A la vez, una forma de atrapar al espectador, que olvida que lo es, que está aquí y allí. 

Y la música, muy presente, transformando el escenario en una fiesta, en una dedicatoria también al espectador. Sí, el texto invita a ese momento de baile frenético, pero también es una suerte de invitación a quienes, allí sentados, contemplábamos y deseábamos estar arriba. Y en cierto modo, lo estábamos.

Por supuesto, los actores. Sin conocer los ensayos o la forma de abordar la obra, se intuye una preparación especial, la creación de un ambiente en el que sentirse en todo momentos cuidados, protegidos. Una sensación de seguridad necesaria, dado que el desnudo no sólo es físico; se ve la esencia del alma.

No quiero desvelar mucho más; sólo transmitir lo que yo sentí. Ni siquiera fui consciente del transcurso del tiempo; cuando terminó, me pareció que acababa de comenzar. Un aplauso inmenso me sacudió, se acabó el hechizo. Me voy, un poco más completa, con la mente más abierta y con un recuerdo que me acompañará siempre. 

Me quedo con una escena que me removió especialmente: los actores, situados ante los micros con una cerilla encendida, a oscuras, recitan el texto en voz casi susurrada. Es el mismo texto, pero no lo hacen a la vez, sino que a modo de eco, la voz principal se ve acompañada por susurros cada vez más fuertes. Que no acabe, pensé. Y en cierto modo, no lo hará; se ha transformado en mi momento.

3 comentarios:

  1. Qué forma tan bonita de transmitir una bonita noche de teatro. Tomamos nota, aunque me temo que por el momento quedará solo en un deseo..
    Me encanta que nos leamos pero nos tenemos que ver ya!!

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    1. Necesitáis verla!! Y sí, estoy esperando cierta inauguración

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  2. Que pena no poder comprobar in situ ese tipo de sensaciones que aun sin estar nos has transmitido..Gracias como siempre preciosa. P.T.

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