Un libro especial, momentos para compartir

martes, 21 de julio de 2015

Hoy os traigo un libro que es pura nostalgia para mí. Lo leí cuando tenía 14 años, y lo he releído mil veces. Ahora, espero a que mi hija llegue a esa edad para dárselo y que lo disfrute como lo hice yo.  En mi caso, alguien me lo regaló, ya usado, de manera que el paso del tiempo y las diversas mudanzas lo han ido deteriorando; es sin duda parte de su encanto. 

Cuando leí por primera vez Un castillo en el camino, de María Marcela Sánchez Coquillat, recuerdo que no tenía ninguna referencia de él. Ni siquiera una pequeña introducción por parte de la persona que me lo regaló (la hermana mayor de una niña de mi colegio, aunque no recuerdo tener relación alguna con ninguna de las dos). Y esa sin duda fue una de las claves de mi idilio con este libro: que no me lo esperaba.

El título me despistó por completo; la portada (aunque luego entendí la relación) también. Comencé a leer y me vi, de pronto, sumergida en una novela que suponía un poco ñoña y que, al contrario, me maravilló desde el principio. Las localizaciones, el pequeño pueblo costero, la playa... Pronto me vi inmersa en el ambiente de la novela, y conforme iba avanzando, las sorpresas se iban sucediendo. Casi desde el inicio; pronto comienza a crecer la tensión, y las páginas amables y reconfortantes se intercalan con otras que en su día me producían auténtico miedo. 

Y así, entre capítulos que evocan las tardes de verano de la infancia, largas y perezosas, vamos conociendo un secreto, un misterio que cada vez nos intriga más y más. Unos personajes fascinantes como pocos; recuerdo que leyendo que una de las protagonistas se quedaba mirando boquiabierta a Flor, me di cuenta de que yo también lo estaba. Hasta ese punto te atrapa.

Con el paso de los años, siendo ya adulta, confieso que he vuelto a leerlo. Y que lo he disfrutado, de otro modo sin duda, pero de una forma que me ha llevado a decidirme a recomendarlo aquí. Es una pequeña joya, con un encanto y frescura que no nos viene mal, por muy adultos que seamos, recuperar. 

Yo, por mi parte, esperaré el momento en el que Isabel esté preparada para leerlo. Me encantará compartirlo con ella, porque además como es lógico ella tiene su propia visión, y escucharla es adictivo. Espero ver su cara iluminarse, ajena por completo a lo que le rodea, como siempre que está disfrutando con un libro y absorta en la historia. 

Y con este libro, me despido hasta septiembre. Estas vacaciones sin duda tengo que hacer recopilación de momentos, de libros, de recuerdos, que compartiré aquí con vosotros. Es una época perfecta para hacer acopio de todo aquello que el ritmo de vida que llevamos nos impide hacer normalmente; aprovechadlo, disfrutad de vuestra gente, se trata tanto de crear momentos propios como de participar en los de aquellos que queremos. 

4 comentarios:

  1. Creo que todos te deseamos un Feliz Verano y estaremos impacientes por volver a disfrutar de tus (nuestros) momentos.
    Un bsazo. P.T

    ResponderEliminar
  2. Lo leí a los 14 años y aún lo recuerdo. Fue mi primera lectura de "mayor". Esta semana pase por Roses camino a Francia y me vino a la memoria despertando en mí recuerdos muy especiales

    ResponderEliminar
  3. Lo leí en 5°de egb como lectura de cole y me encantó. Releído muchas veces!

    ResponderEliminar
  4. Mi libro favorito de la adolescencia.

    ResponderEliminar