Adivina qué leemos hoy

jueves, 23 de abril de 2015

Naturalmente hoy, día del Libro, os traigo un momento para leer. No podía ser de otra forma, y sin embargo me ha costado mucho elegir hoy. No por falta de opciones, sino porque me dio por pensar qué libro había sido capaz de sorprenderme más de todos los que he leído (porque a la pregunta de cuál es mi libro favorito he sido siempre incapaz de responder). Después de pensar en unos y otros, de repente me vino a la cabeza una imagen: yo, con unos 15 años, cerrando un libro no demasiado grueso, y quedándome con una sensación de vacío como pocas veces he sentido. Pensando “Y ahora, ¿qué?”. Así que ese es el libro que os traigo hoy. No mi favorito, no el que más me ha gustado, sino el que, tras acabarlo, me hizo pensar “Y ahora, ¿qué?”. 

Un libro que ni siquiera escogí: era una lectura para la clase de literatura. Y que tengo que decir que probablemente no hubiera llamado mi atención por aquel entonces; aunque su autor es sin duda uno de mis preferidos y con el tiempo no sólo me ha ganado con sus libros, sino que también ha influido en mi elección de otros; todo lo que me recuerde aunque sea vagamente a su forma de escribir, me atrapa. Por su utilización magistral del lenguaje, por sus descripciones y sobre todo, por esa aparente sencillez que se proyecta en las palabras, en los personajes, en los paisajes y en definitiva, en su obra. De hecho, recientemente he llegado por casualidad a un autor del que hablaremos aquí próximamente, que ha sido un gran descubrimiento para mí y que me recuerda mucho a él: Justo García Soriano.

Pues bien, recuerdo que lo empecé sin ningún entusiasmo y también que me lo leí de un tirón. Sin darme cuenta, me vi inmersa en los dos mundos allí reflejados. Por un lado, el mundo urbanita, en la España de 1977 en período de campaña electoral. Mucho idealismo, muchas ganas de comerse el mundo y un exceso de confianza en sí mismos; los jóvenes de ciudad que, con la finalidad de ganar votos para su partido, deciden “descender” al mundo rural, salvar a sus habitantes de una vida de segunda. 

El pueblo al que llegan, un pueblo castellano prácticamente deshabitado. Y un hombre que, a sus ochenta y pico, en ningún momento nos hace pensar en un anciano. Un choque brutal, un enfrentamiento, que aunque amistoso y educado, no deja de ser eso: un enfrentamiento. Un juego de gato y ratón en el que al final, no se sabe quién es quién. 

Un hombre con una sabiduría más allá de los libros; la de toda una vida de trabajo duro pero hecho a conciencia, y una vida que no se entiende sin ese trabajo. Una comunión envidiable con la naturaleza, y sobre todo, un sentido común que los jóvenes (y especialmente uno de ellos, el que encabeza el grupo, que es “menos joven”) han perdido; hemos perdido. Frases que nos golpean por su evidencia; recuerdo que alguna de ellas me produjo un impacto que a continuación era descrito exactamente como yo lo había sentido por el personaje de Víctor; el que encabeza el grupo de los que vienen a hacer política al pueblo. 

La catarsis final del personaje de Víctor, que se da cuenta de que en realidad estaba equivocado, que la realidad es totalmente opuesta a lo que él tenía en mente cuando llegó. Que la vida de segunda es la suya, la nuestra. Que ni su llegada, ni su marcha van a influir en absoluto en el señor que ha conocido, al que ha venido a imponer su verdad como la única verdad posible, y que finalmente le ha mostrado que su verdad es inventada. Que ha olvidado, que todos ellos han olvidado, que la esencia es otra; que se han quedado con lo accesorio y han fabricado auténticos ídolos de oro con ello. Que él no los necesita, sino que son ellos los que lo necesitan a él y a tantos como él. Y lo peor de todo: que ni siquiera lo saben.

Al cerrar el libro me sentí Víctor. Vi la esencia y también vi lo difícil que es que perdure este sentimiento de lo que es importante de verdad. Puede decirse que es un libro que ha influido decisivamente en mi vida, puesto que aunque en muchas ocasiones, más de las que me gustaría, pierda de vista el camino, está ahí, y sé cuál es. De eso tratamos aquí, ¿verdad?

Os estaréis preguntando si me he olvidado de incluir en la entrada en título del libro. Pues no, he pensado en hacer algo diferente hoy; además de no reseñar el argumento, como ya es habitual, hoy sólo he puesto el nombre de un personaje, a modo de “pista”. Aunque no lo hayáis leído, lo conoceréis seguro, o habréis visto la película basada en él, que por cierto es bastante fiel al libro. 

De modo que terminamos hoy con una pregunta: ¿de qué libro y de qué autor creéis que estoy hablando? La respuesta, aquí, el martes; el lunes, ya sabéis, en Imas Información. 


1 comentario:

  1. Una gran recomendación (de nuevo) con misterio incluido.. Me encanta esta forma de hablarnos de un libro para leer, dejando la miel en los labios a todo aquel que haya quedado interesado..
    No seré yo quien desvele el misterio. Sólo añadir que comparto tu admiración por el autor. Único e irrepetible. Tan moderno y tan vigente como hace 40 años. En estos tiempos de frenetismo y necesidades (y caducidades) inventadas autores como él son más necesarios que nunca.
    Un beso y espero que los próximos días traigan grandes y felices noticias.

    ResponderEliminar